¿Se corresponde el proceso evaluativo actual con el proceso de enseñanza aprendizaje asumido?

José Aurelio Díaz Quiñones

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Resumen

El desarrollo del proceso de enseñanza aprendizaje requiere como toda actividad de la evaluación de sus progresos y resultados para comprobar la correspondencia de los mismos con los objetivos instructivos.

La ciencia didáctica plantea que se evalúa el proceso concebido, planificado, organizado y ejecutado; a partir de este fundamento la concepción del proceso de enseñanza aprendizaje que se asuma le da significado al diseño de las acciones evaluativas, lo cual evidentemente indica que ambos deben estar en correspondencia.

En nuestra Universidad Médica el proceso de enseñanza aprendizaje reconoce implícitamente los criterios básicos que identifican a este como desarrollador, los que se resumen en promover el desarrollo integral de la personalidad del estudiante, activar la apropiación de conocimientos, destrezas y capacidades intelectuales en estrecha armonía con la formación de sentimientos, motivaciones, cualidades, valores, convicciones e ideales garantizando la unidad y equilibrio de lo cognitivo y lo afectivo valorativo en el desarrollo y crecimiento personal de los estudiantes; además debe potenciar el tránsito progresivo de la dependencia a la independencia y a la autorregulación, así como el desarrollo de la capacidad de conocer, controlar y transformar creadoramente su propia persona y su medio; y desarrollar la capacidad para realizar aprendizajes a lo largo de la vida a partir del dominio de las habilidades, estrategias y motivaciones para aprender a aprender y de la necesidad de una autoeducación constante.

El enfoque sistémico del proceso de enseñanza aprendizaje establece la interrelación entre todos sus componentes y con el medio en una dinámica que, a partir del objetivo como componente rector se determinan el resto de los componentes, contenido, métodos, medios, evaluación y formas organizativas, cualquier cambio en uno de ellos repercute en el resto.

Se infiere entonces que al concebirse el proceso centrado en el alumno mediante su participación activa en la apropiación de los contenidos y en la solución de problemas, el desarrollo de su pensamiento crítico reflexivo, la motivación, la significatividad del aprendizaje y la autoevaluación, todos los cuales poseen sus dimensiones e indicadores,  estos deben y tienen que estar reflejados en los instrumentos evaluativos, de tal forma que la evaluación del proceso y sus resultados identifiquen los mecanismos de aprendizaje llevados a cabo por el alumno y además permita  identificar limitaciones y potencialidades desde el diagnóstico pedagógico inicial, actuando en todo el proceso sobre la zona de desarrollo próximo o potencial.

Solo así la evaluación estaría en consonancia con el proceso de enseñanza aprendizaje asumido, es decir, se estaría aplicando una evaluación desarrolladora, esto implicaría además de evaluar la actuación del estudiante, evaluar la actuación del profesor, ambos coprotagonistas del proceso, así como evaluar el proceso de enseñanza aprendizaje planificado y ejecutado, y el propio proceso evaluativo.

Todo lo expuesto es de vital importancia si se aspira a que la evaluación venza el lastre de la enseñanza tradicional y se potencie su carácter formativo e integrador, además se establezca un mecanismo estimulador permanente para la superación personal y grupal, y rescate su función de determinación de las metas alcanzables en relación con las potencialidades personales de cada estudiante a través de la evaluación vista como eje impulsor y motivacional del desarrollo profesional.



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