2001-3-2-3

Comunicación Breve

EL pensamiento cubano: Idea y Acción.

The Cuban thinking: Idea and action.

Dr. Daniel Piedra Herrera1

  1. Dr. en Ciencias Biológicas. Secretario de Política Científica de la Academia de Ciencias  Cuba. Secretario Ejecutivo del Comité Nacional Cubano de Bioética.

RESUMEN

El proceso de forja de la nacionalidad cubana, de historia reciente pero intensa es expresión del contrapunteo entre las ideas y la acción. Los vínculos históricos y las analogías en el grado de desarrollo económico de Cuba, la colocan al lado de los países de América Latina y el Caribe y ocupando un sitio entre los países del llamado Tercer Mundo. La situación particular de Cuba respecto a la cuestión médica y ecológica, condicionan una acción bioética acerca de la cual existe un consenso nacional, condicionado a su vez por un alto nivel general de instrucción científica, que alcanza a toda la población.

DeCS: PENSAMIENTO / ética .

ABSTRACT

The forging process of the Cuban nationality, but recent history is an expression of intense argument between ideas and action. Historical links and similarities in the level of economic development in Cuba, placed next to the countries of Latin America and the Caribbean, occupying a place among the countries of the Third World. The particular situation of Cuba regarding the medical issue and ecological condition bioethics action about which there is national consensus, conditioned in turn by a high general level of scientific literacy, which reaches the entire population

MeSH: Thinking/ ethics.

DESARROLLO

El proceso de forja de la nacionalidad cubana, de historia reciente pero intensa es expresión del contrapunteo entre las ideas y la acción. Nuestros primeros pensadores estuvieron casi sin excepción comprometidos en el proceso de liberación nacional de la colonia española, desde los primeros balbuceos de la nacionalidad, con las sublevaciones de esclavos, hasta desembocar en las guerras de independencia. La obra de creación cultural, el pensamiento, estuvieron siempre indisolublemente ligados a la lucha independentista.

 

José Martí, máximo artífice de la nacionalidad en el siglo XIX, recogió la obra de pensamiento y las tradiciones combativas del pueblo y les dió un rumbo inequívoco de enfrentamiento al pensamiento hegemónico, durante la época de preparación de la que el llamó "la guerra necesaria", cuya victoria quedó truncado con la intervención de los Estados Unidos de Norteamérica en el conflicto hispano-cubano. Su decisión de hacer valer lo nacional por encima de lo antinacional nunca fue obstáculo para alcanzar la universalidad. De aquí su afirmación de que "Patria es humanidad" que impregnó a nuestra idiosincrasia con su vocación de servicio planetario. Énfasis en su obra de creador de una nacionalidad puso en la unidad entre el pensamiento y la acción: "La mejor manera de decir es hacer", escribió.

 

El ideario martiano fue la fuente principal que nutrió a los combatientes de la insurrección armada que condujo a la victoria de 1959, con la instauración de un régimen social distinto al imperante en todo el hemisferio. Al comandante Ernesto "Che" Guevara se le oyó decir en una conmemoración del natalicio de Martí:

 

"...porque en nuestro Ejército Rebelde, siguiendo las orientaciones de Martí, no nos importaban ni los años, ni el pasado, ni la trayectoria política, ni la religión, ni la ideología anterior de un combatiente. Nos importaban los hechos en ese momento y su devoción a la causa revolucionaria 1."

 

La revolución cubana de 1959 pareció poner en tela de juicio la inviolable precedencia de la teoría respecto a la práctica, en el criterio de la ortodoxia oficial marxista del momento. En realidad el fenómeno era otro. De lo que se trataba era de salvar a la práctica revolucionaria urgente, del atolladero de las disquisiciones teóricas estériles. La revolución cubana prioriza, de entre las contribuciones de Carlos Marx a la filosofía moderna, su descubrimiento revolucionario de que la razón esencial de existir del pensamiento humano está en su carácter transformador de la realidad.

 

"El mérito de Marx es que produce de pronto en la historia del pensamiento social un cambio cualitativo; interpreta la historia, comprende su dinámica, prevé el futuro, pero, además de preverlo, donde acabaría su obligación científica, expresa un concepto revolucionario: no solo hay que interpretar la naturaleza, es preciso transformarla 2." En esto coincide Jacques Monod tanto con el Che Guevara como con Carlos Marx, puesto que en su opinión:

 

"...los valores y el conocimiento están siempre y necesariamente asociados tanto en la acción como en el discurso (...) La ética y el conocimiento están inevitablemente vinculados en y a través de la acción. La acción pone al conocimiento y los valores simultáneamente en juego o en tela de juicio. Toda acción significa una selección de valores o pretende serlo (...) la acción es una de las dos fuentes necesarias del conocimiento 3."

 

La sexta década del siglo XX 4 encuentra a Cuba en plena faena de transformación radical de la sociedad y de formación del hombre nuevo que viviría en una sociedad liberada de la explotación capitalista. El ámbito ético de la Cuba revolucionaria aparece presidido por un valor supremo, en la escala nacional, que es el patriotismo revolucionario. En efecto, no se trata del patriotismo nacionalista que sirve de trinchera a los chauvinismos y los sentimientos cenofóbicos parientes carnales del fascismo. Se trata en su lugar, del sentimiento profundamente humanista e internacionalista al que abre paso una revolución que no admite ni tolera el doble rasero y hace honor al ideario martiano según el cual "todo hombre verdadero debe sentir en la mejilla el golpe dado a cualquier mejilla de hombre." Su validez, que parte de una definición política de beligerancia antiimperialista, penetra por todos los poros del entramado social y alcanza una vigencia especial en los planos profesional y personal, asumiendo aristas deontológicas y morales.

 

Dos de las tareas que con mayor empeño se habían acometido y en las que para 1970, fecha del nacimiento (bautismo, según otros) de la bioética, ya se habían conseguido algunos logros notables eran las de educación y salud. De lo que se trato en ambos casos, en primer término, fue de su universalización; la meta inmediata posterior fue la de elevar su calidad hasta los más altos niveles alcanzables, sin sacrificar la accesibilidad de ambos servicios para todo ciudadano de cualquier parte del país, lo que en Cuba se logro por el expediente de la gratuidad.

 

"La salud: Derecho del pueblo", alcanzó en Cuba una doble connotación jurídica y ética. Este derecho conquistado, con profunda raigambre en la ética del cubano promedio, hay que interpretarlo tanto como el carácter "natural y común" de que cada ciudadano tiene que recibir la calidad de atención médica que necesite en la oportunidad que la necesite, como en el derecho que asiste a cada uno de los ciudadanos de este país a que se le forme como médico o profesional de salud, siempre que cuente con los requisitos y habilidades que lo capaciten para tal empresa.

 

Esta realidad ha llegado a incorporarse a las costumbres del cubano de hoy, siguiendo un recorrido inverso al "normal" en otras latitudes y circunstancias histórico-geográficas, puesto que arrancó originalmente del postulado constitucional y fue a anidarse en el seno de la nueva idiosincrasia de este pueblo. Difícilmente pueda un ciudadano nacido en este país concebir mayor injusticia que obligar a un enfermo a pagar porque un médico lo atienda: "¡Doble desgracia!", diría cualquiera, "¡enfermarse y encima de esto, tener que pagar para dejar de estar enfermo!".

 

La bioética que llega a Cuba y la bioética de Cuba

 

El primer contacto institucional de Cuba con la bioética, según noticias, se produce más de veinte años después de su nacimiento, en 1992, con la visita de un grupo de profesores de la Universidad de Wisconsin, que sirve de motivo para la convocatoria del I Taller sobre Bioética auspiciado por el Ministerio de Salud Publica (MINSAP) y al que asistieron principalmente docentes de las Facultades de Medicina y algunos juristas del MINSAP.

 

A partir de ese momento, las relaciones institucionales en el campo de la bioética fueron manejadas exclusivamente por nuestro Ministerio de Salud Pública que, tan pronto se constituyó el Programa Regional de Bioética de la Organización Panamericana de la Salud, tuvo a esta institución internacional como única contrapartida en ese plano. Este Programa, como es conocido, se fundó en Chile en 1999 y quedó bajo la dirección de quien hasta hoy lo encabeza, el siquiatra chileno Dr. Fernando Lolas Stepke.

 

El auspicio en Cuba de la bioética por la institución rectora de la salud, responsable de la dirección de un exitoso y eficiente Sistema Nacional de Salud en el que se apoyan las conquistas más queridas de la Revolución y que ha ganado merecido respeto universal, es uno de los factores que explica el sesgo "medicalita" y docente que ha tenido aquí el desarrollo de la bioética. El notable desarrollo de Cuba en el campo de las ciencias biológicas modernas ha hecho que en los últimos años, además, hayan ido surgiendo "Comités Institucionales" de bioética en centros de investigaciones, cuyo trabajo rebasa el marco estrictamente médico y se extiende por el terreno de la investigación biológica y farmacológica de vanguardia.

 

Progresivamente van apareciendo autores cubanos en temas de bioética, que publican sus comunicaciones en revistas científicas de disciplinas medico-biológicas o las exponen en reuniones tanto nacionales como en el extranjero. El número de especialistas que van adquiriendo una formación académica en esta disciplina tiene una tendencia creciente.

 

La discusión del proyecto de Declaración Universal sobre el Genoma Humano tuvo la virtud de servir de pivote para la creación, en 1997, de un Comité Nacional de Bioética, adscrito a la Comisión Nacional Cubana de la UNESCO y auspiciado por la Academia de Ciencias de Cuba, que contribuyó a la formación de una posición nacional respecto a este tema. La convocatoria por el Centro de Ingeniería Genética en 1999, de un taller nacional sobre Organismos Modificados Genéticamente marcó un hito importante en la extensión de la bioética fuera del marco estrictamente médico en Cuba.

 

La proliferación de eventos como la Jornada Provincial de Bioética y la celebrada en el año 2000 en la provincia de Holguín, apuntan hacia la maduración de un quehacer bioético en Cuba y enfatizan la necesidad de concentrar el esfuerzo nacional en las direcciones que produzcan los mejores resultados.

 

Si bien es indisputable que la dimensión ética (y por tanto, también bioética) tiene un condicionamiento histórico y socio-político determinante, la producción bioética cubana tiene por fuerza que reflejar el hecho histórico y socio-político que distingue a la sociedad cubana actual de las demás sociedades de este continente y del hemisferio en que vivimos. Uno de los rasgos esenciales de esta sociedad es que el discurso y la acción tienen un mismo propósito y un mismo carácter.

 

Los vínculos históricos y las analogías en el grado de desarrollo económico de Cuba, nos colocan al lado de los países de América Latina y el Caribe y ocupando un sitio entre los países del llamado Tercer Mundo. Sin embargo, el carácter socialista de nuestro régimen político nos ha dado ventajas, entre otras, en cuanto al desarrollo de nuestro Sistema Nacional de Salud, por un lado, y en nuestra relación con el medio ambiente, por el otro, respecto a países donde reina un régimen político diferente y cuya estructura socio-clasista no guarda relación alguna con el nuestro.

 

Esta situación particular de Cuba respecto a la cuestión médica y respecto a la cuestión ecológica, condicionan una acción bioética acerca de la cual existe un consenso nacional, condicionado a su vez por un alto nivel general de instrucción científica, que alcanza a toda la población. Nuestro discurso bioético deberá ser consecuente con lo anterior. A esto se suman más de cuarenta años de exposición de todo este pueblo a un discurso y una acción de solidaridad internacionalista que nos convierte en agente colectivo de una globalización bioética contraria y opuesta a la globalización neoliberal, de incalculable validez en la batalla de ideas en la que estamos empeñados.

 

No es ocioso recordar, a todos los efectos bioéticos y de otro tipo, que estos más de cuarenta años de que estamos hablando y que han dejado un determinado condicionamiento que procede de una particular situación nacional, han sido un período en el que el país ha sufrido continuamente los efectos de una guerra económica, política, ideológica, propagandística, psicológica, diplomática y episódicamente militar, librada contra Cuba por el país más poderoso que ha existido en la historia, que es al mismo tiempo el que sirvió de cuna a la bioética, cualquiera que sea la paternidad que se le atribuya.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

  1. Guevara, Ernesto. Discurso en la conmemoración del natalicio de Martí. 28 de enero de 1960.
  2. Guevara, Ernesto. Revista Verde Olivo, 8 de octubre de 1960.
  3. Monod, Jacques L. Op. Cito. Énfasis en el original. Ver página 5.
  4.  Programa regional de bioética. OPS – OMS. Universidad  de Chile.



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